La tranquilidad de la brisa; lo risueño del sol
Últimamente hace mucho frío. Se vuelve reconfortante caminar bajo la llovizna y sentir las mejillas buscando un calor adicional. Te aleja del aire corporativo, las decisiones contrareloj y los números que buscan ganar mi atención en la selva urbana de lo que es esta capital.
Hace tres días compartí un arco-iris por unos segundos suficientes para contemplarlo por completo sin el obstáculo de la urbe. En ese momento noté que habían pasado años sin que prestara atención a uno, mucho menos que observara uno que fuera completo en su totalidad.
Parezco un loco a un lado de la interamericana por las noches, recibiendo la brisa y arropando la lluvia. Me dejo ir y sentir como un niño. Llueve, mas yo sonrío; qué loco! pensará la gente. Si fuera de día atraparía lo risueño del sol, pero de noche no me queda mucho de la luna. De lejitos solo puedo observarla escapar.