La sequía; o cómo el verano se acerca…
Hoy, cual río en llanura brava, me siento seco por dentro. En lo que se refiere a la capacidad creativa al menos. Llevo unas cuantas semanas, donde no he abierto mi cuaderno para escribir notas al azar. Estoy en un momento muerto; donde sé lo que quiero y recibo aires nuevos de cambio. Me encuentro así, abierto a nuevas oportunidades y sonrisas que van naciendo donde menos se esperan…pero el verano dura su tiempo; la sequía dura en pasar.
Añoro el invierno que venía con la sonrisa matutina de las aves al bramar, soñando que no eran aves sino ciervos ocultos en el bosque de Yhan Feng. Añoro la lluvia que cae por las mejillas rocosas del tiempo. La lluvia, cómo hace falta cuando no la tenemos; cómo extraño inundarme en palabras, corriendo a las orillas de los humedales, jugando con el barro que nace del contacto con mi tierra…
La sequía ha causado sus estragos; tengo miedo a las palabras que nacen en una estrofa y mueren al pie de una página que llega hasta las faldas de tus montañosas piernas; mi tierra, mi campo de creatividad que se encuentra sediento, pero se rehúsa a brotar cual naciente de agua…
En medio de la sequía, algunos momentos aparecen; suficientes para escribir ratitos como este; donde el herrumbrado oro de los cabellos del viento de esa alma llamada cielo, roza mis mejillas y el escudo que es mi barba, sucumbe al tacto de sus caricias que arremeten con rebeldía de una ráfaga que en otro momento del año habría hecho de esto una tormenta tropical… Así, las ideas vienen a ratos, y el agua brota por momentos; entonces la sequía se siente más cerca de acabar y yo, cual llanura brava, siento más el agua recorrerme por dentro.