El árbol de Cerezo, o cómo sentí sus pétalos mientras caminaba
Siempre había pensado, que me habría gustado sentir un poco de compañía mientras caminaba por las noches. Pero ese sentimiento era relativamente temporal. Aparecía por unos días, y luego se disipaba como el sereno de la noche… Algunas personas, preferimos caminar solos.
Eso me había dicho durante mucho tiempo. La línea del tren que recorría para llegar a la pequeña habitación que había rentado; saliendo de Castle Park era mi compañera, mi enemiga, mi camino. Y así fue durante el par de años en los cuales viajaba con mayor consistencia. A Osaka viajé inicialmente por la letra de una canción que escuché de joven. ¿Por qué alguien interesado en Derecho viajaría a Japón como primera opción? Podría contestarlo de muchas maneras, y tal vez fue porque la vida me favoreció en ese sentido, pero quien no tomaría la oportunidad de viajar a una tierra desconocida donde el tiempo es distinto y cuando te ven, no eres uno más en la calle… Los días eran noches y las noches eran días, a la óptica de aquellos que me conocían, y así vivir en esa urbe de lo desconocido me llenó de vida por leves momentos que pasaba por ahí
La última vez que había viajado había sido una semana en el 2012 y aunque en algún momento del 2013 había querido hacer e intento de regresar no fue hasta un par de meses atrás que pude viajar por un corto fin de semana y sentarme un par de horas en aquel parque.
Extraño Castle Park y el camino de aquella línea del tren. Pero aun más que eso, extraño el aroma de los cerezos que me protegían con sus pétalos al caminar por ese trayecto nocturno solo. Los cerezos, golpeando mi cara, mi abrigo, intentando abrazarme, o tal vez empujarme a llegar a aquel parque…
En momentos como hoy pienso en esos árboles de cerezo. Pienso en el otoño, en las hojas caer y el momento de transición que está viviendo ese árbol, en el momento que está exponiéndose en ese camino, y en mi intención de llegar hasta al final hacia aquel parque solo por unas horas, un par de días al año antes de volver a mi país.
A ratos quisiera vivir en Osaka, o tal vez, viajar con mayor frecuencia. Es interesante como puedes encontrar un punto donde te sientes cómodo, en un verdor de más de 100 hectáreas en la urbe de una tierra desconocida, pero cuando he estado ahí, me siento bien, y por un instante, aprecio la belleza de la memoria del baile de un cerezo y sus brazos que me acarician impulsándome a avanzar….