Sus manos (o como intentaba aferrarme a ti)
En las noches de estos meses, leia en silencio su sonrisa. Mientras me sentaba en mi escritorio a digitar cada noche, las palabras que llenaban las hojas del nuevo libro que trabajaba para culminar. El frio de la brisa cubria mis manos, y en defecto, las de ella. Yo no podia sino evitar pensar en todo lo que acontecía a mi alrededor, y a la vez, poco fue el tiempo que le dedique. Sus manos, cual piel de leopardo; sus dedos, cual garra de león. Sus manos, bendito sonido al caer del agua en el asfalto, cuyas gotas se aferran a algo que ya endureció.
Se nos fue la lluvia, dejando unicamente el vapor, con cierto aroma a miel, mis manos humedas, tus manos escurridizas, y una historia que se contó en otro momento y lugar.